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Un diluvio universal, la carrera más corta de la historia, pero que más tiempo tardo en decidirse, y un George Russell en el podio de la no carrera.
Primero que nada, si tú, lector. Crees que la carrera del pasado domingo debería de haberse disputado, déjame invitarte a que no continúes leyendo. Este artículo no es para ti, sobre todo, si no te gustan las opiniones contrarias a la tuya. Si prosigue con la lectura a partir de aquí, es bajo su propia responsabilidad.
Realizada esta breve introducción, creo que el primero de mis puntos de vista ha quedado claro. Pero antes de continuar, vamos a proporcionar algo de contexto. Este fin de semana tras el parón veraniego, llegamos a Spa-Francorchamps. Un circuito extremadamente rápido a la par que peligroso, como nos demuestra la historia reciente con el trágico accidente de Anthoine Hubert en el Radillon en 2019. O sin ir tan “lejos”, el accidente que ocurrió semanas antes de la disputa del Gran Premio, mientras se competían las 24 horas de Spa en la misma zona del circuito. En el que se vieron implicados cuatro pilotos, entre ellos Jack Aitken -el más que renombrado piloto de Fórmula 2- y que a su vez fue el peor parado en dicho incidente, con múltiples fracturas. Pero, este fin de semana también hemos tenido tres grandes sustos. El primero de ellos el viernes, cuando varias pilotos de las W Series perdieron el control de sus monoplazas en la zona de Eau Rouge-Radillon, provocando un accidente múltiple en el que se vieron envueltas hasta 6 pilotos, y una de ellas, Beitske Visser, tuvo que pasar la noche en el hospital en observación, pero afortunadamente sin fracturas.
El segundo incidente que nos sobresaltó del fin de semana, lo protagonizó el británico Lando Norris el sábado de clasificación. Cuando en la misma zona del circuito de Eau Rouge-Radillon, perdió el control del monoplaza tras atacar demasiado el piano interior y salir expulsado contra las barreras a gran velocidad, derivado del fuerte aguacero que estaba cayendo en ese momento sobre el circuito. Cabe destacar que Sebastian Vettel, múltiple campeón del mundo, instantes antes del accidente había dicho por radio que sacaran la bandera roja, ya que el circuito estaba impracticable. En el momento que ocurre el incidente de Norris, Vettel exclamaba furioso por radio: “¡QUÉ C*** HABÍA DICHO! Bandera roja. Esto es innecesario.” Por último, el incidente que cerraría este accidentado fin de semana sería protagonizado por los pilotos de la categoría soporte, la Fórmula 3, en la segunda carrera del fin de semana. Que se disputó el sábado tras la clasificación de la Fórmula 1. Los involucrados fueron Amaury Coordel y Calan Williams, Amaury realizó un trompo -derivado de la lluvia que había caído y estaba cayendo durante la carrera- coronando el Radillon y Williams que iba unas posiciones por detrás, no pudo evitar su coche y terminó impactando con su alerón trasero. Afortunadamente sin consecuencias para ninguno de los dos pilotos.
Después de esta serie de precedentes, creo que queda claro mi primer punto de vista. La carrera no se debía de disputar, no bajo esas condiciones de baja -muy baja- visibilidad por culpa de la lluvia. Creo que hasta aquí, todos -o casi todos- estamos de acuerdo. Pero donde reside la gravedad del asunto no es aquí, sino en la gestión que realizó la FIA, y concretamente Dirección de Carrera personificada en Michael Masi, durante la consecución del Gran Premio. Un Gran Premio que debía de arrancar a las 15:00 de la tarde -hora local- como es habitual en las carreras en Europa. Pero en ese momento Dirección de Carrera decidió posponer el arranque de la carrera cinco minutos, y luego otros cinco minutos… así hasta las 15:25. Momento en el que empieza la carrera con la vuelta de formación tras el Safety Car y se pone en marcha, también, el cronómetro de las dos horas -duración máxima de un Gran Premio sin interrupciones de bandera roja, dado que si existen estas interrupciones la carrera puede llegar hasta las tres horas-. Atentos a este cronómetro, imagínenselo en sus cabezas, porque es donde reside la polémica de todo este asunto. Entonces, los pilotos completan una vuelta tras el Safety Car, con la pista completamente anegada. En este momento Michael Masi -director de carrera y máximo responsable del Gran Premio- decide sacar la primera bandera roja del día. En estos momentos, se ha completado una única vuelta -vuelta que, les voy hacer spoiler, sería la única “vuelta” oficial del Gran Premio.-
Al sacar la bandera roja, los coches desfilan hacía la línea de boxes y se quedan detenidos ahí. Siempre liderados y custodiados por el Safety Car. Mientras, seguía lloviendo -diluviando- y el cronómetro descontando, son las 15:30. En este momento, no se podía empezar la carrera eso estaba claro, pero la situación no era sencilla. La lluvia y la visibilidad iban a empeorar, eso indicaban los radares -y así terminó sucediendo-, los pilotos, ingenieros, mecánicos e inclusive aficionados no sabían que hacer para intentar amenizar la espera de una carrera que no iba a suceder. Aunque nadie lo sabía en esos momentos. O tal vez sí. Algunos pilotos, como Lewis Hamilton, aprovechaban para ir al baño. Otros, como Lando Norris, decidía echarse una siesta. Todo esto, mientras que mecánicos y pilotos bebían café o jugaban a las cartas, y los aficionados bailaban ‘La Macarena’, como posteriormente también harían lo propio los mecánicos de Alpine dentro del box. Alentados por las gradas y la música que sonaba por la megafonía del circuito. Mientras, el cronómetro seguía descontando, 16:00, 16:30… hasta que llegamos a las 17:00. Momento en el que los comisarios deciden parar el dichoso cronómetro por “fuerza mayor” y de esta forma dejar una hora de competición, que se iba a completar cuando el tiempo diera una tregua.
Pero como no, esto ya desató cierta polémica. Primero, ¿por qué parar el cronómetro a falta de una hora y no antes? y segundo, e inclusive mas importante, esta detención del cronómetro no está amparada por el reglamento de la Fórmula 1, aunque si por el reglamento deportivo de la FIA. Desde este punto ya comienzan las controversias y empieza aclararse el plan que tenía dirección de carrera para cerrar este Gran Premio. Pero todavía quedaba más de una hora y cuarto de espera, así hasta que llegamos a las 18:17. Momento en el que los coches vuelven a salir a pista tras el Safety Car para dar, como mínimo, dos vueltas. Para de esta forma tener una “clasificación” que otorgue puntos y poder realizar la protocolaria ceremonia del podio. El problema y la crítica que se realiza, tanto a la categoría como a la Federación Internacional, es que estás dos vueltas no fueron más que un paripé, una obra ensayada por dirección de carrera, que todo el mundo sabía cual era su finalidad. Lucrarse económicamente.
Muchos os preguntaréis. ¿Cómo es posible conseguir un beneficio económico de una competición que no se ha disputado? Muy sencillo, los aficionados del circuito han pagado unas entradas para ver un espectáculo, espectáculo que no se realizó, pero que según los organismos que rigen la competición si lo ha hecho. Por tanto, de estas entradas la competición se lleva un porcentaje. Pero, a su vez, el circuito paga un canon a la categoría para organizar un espectáculo. Espectáculo que, repito, no se realizó. Ya ni hablemos de los derechos de televisión, dado que las televisiones pagan por ofrecer un espectáculo a sus espectadores. Espectáculo que, exacto, no se realizó.
Desde este momento la controversia era general, hasta el equipo Red Bull tuvo que preguntar a Michael Masi si se iba a realizar la ceremonia del podio habitual. Después de ver a un George Russell y un equipo Williams eufóricos por la segunda posición “lograda”. Llegaron las entrevistas posteriores al Gran Premio, y todos los protagonistas coincidían en una cosa, esta carrera había sido una estafa orquestada. Carlos Sainz, Fernando Alonso y Pierre Gasly, dijeron que no se sentían merecedores de los puntos que habían obtenido tras la artimaña que había hecho la FIA para otorgarlos. Incluso Lewis Hamilton fue más allá, expresando: “El dinero manda. Así ha sido literalmente, las dos vueltas para empezar la carrera, es todo un escenario del dinero. Los fans deberían de tener devuelta su dinero, porque desafortunadamente, no han podido ver por lo que han pagado.”
Imagino que muchos de ustedes, al igual que yo, por mucho que no hayan estado calándose de agua hasta los huesos durante 5 horas. Se sienten estafados. Porque lo del pasado Gran Premio de Bélgica fue una farsa, una tomadura de pelo hacía los aficionados. A lo largo de los años se han vivido en el ‘Gran Circo’ -nombre más que apropiado en estos momentos para la Fórmula 1- casos en los que el bochorno ha marcado una época. Sin ir muy lejos, Indianápolis 2005, que supuso la despedida de la Fórmula 1 en suelo estadounidense durante casi 5 años. O Austria 2002, aquel famoso final de carrera entre los Ferraris de Barrichello y Michael Schumacher que supuso la prohibición de las órdenes de equipo. E incluso los duelos entre FISA y FOCA en la década de los 80, que tuvo su punto más tenso en el Gran Premio de San Marino de 1982.
Sin duda alguna, lo que vivimos el pasado domingo es una de las páginas negras en la historia de la Fórmula 1, la categoría como la propia FIA deben de realizar una reflexión y autocrítica para que esto no vuelva a ocurrir. Tienen la jerarquía y el poder para hacer cambios en el reglamento, a fin de mejorar este espectáculo. Categorías como la Nascar, tienen establecido en el reglamento que si por condiciones climatológicas no se puede realizar la carrera el domingo, esta pasa a disputarse al lunes. Pero lo que si está claro, es que dos vueltas tras el Safety Car no pueden ser suficientes para otorgar, aunque sea, medio botín de puntos y unos trofeos a unos galardonados que no han competido ni batallado en pista por ellos. Dos vueltas tras el Safety Car no es un Gran Premio, y los aficionados que han ido al circuito y pagado por ello deberían de tener de vuelta su dinero. Ese no es el espectáculo por el que han pagado y se han mojado más que ninguno de los Directores de Carrera. Esto sienta un precedente que nosotros como aficionados no podemos permitir, porque hay que recordar que sin nosotros, este espectáculo cae por su propio peso.
Fuente: Fórmula 1 – Neumático Intermedio
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